«No hay que gritar demasiado alto que viene el lobo. Pero podría ser el mayor brote en Europa en muchísimos años», comentaba a la revista especializadaNature Chris Gilligan, epidemiólogo de la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Gilligan se refería a la detección en Sicilia de la roya del tallo, una enfermedad que afecta al trigo y que destrozó decenas de miles de hectáreas en la isla italiana el año pasado. El temor de que esta enfermedad vegetal, hasta ahora ausente, se extienda por el continente se suma a la aparición en suelo europeo de una nueva cepa de la roya amarilla, otra afección que lleva tiempo amenazando las cosechas de trigo de la Unión Europea, el mayor productor del mundo.
El principal obstáculo en la lucha contra estas dos enfermedades es que se transmiten por el aire, y hay poco que hacer para predecir su aparición en una zona determinada. La mayor ventaja, que su detección —con información y alertas por parte de agricultores y técnicos— y control —mediante fungicidas— está bastante avanzada en España y otros países del entorno. «Existe una solución química que funciona muy bien», explica Jaume Almacellas, jefe del laboratorio de Sanidad Vegetal de Cataluña. «Si se siguen las estrategias de control recomendadas, lo más seguro es que se consiga una buena producción», añade.
La roya amarilla es, según el experto catalán, la más agresiva, aunque las variedades de trigo utilizadas en España (que produjo la pasada campaña unos 7,8 millones de toneladas del cereal, según estimaciones del Ministerio de Agricultura) eran mayoritariamente resistentes a la aparición de estas pústulas amarillas que secan y matan las hojas. Pero entre 2011 y 2012, cepas hasta entonces desconocidas se expandieron desde Navarra por todo el país a gran velocidad. «En 15 días pueden extenderse por toda una parcela», ilustra el técnico de la Generalitat. «Llevamos años teniendo ataques tremendos, muy virulentos», confirma Juan José Pérez, asociado gaditano de Asaja, la mayor organización española de agricultores, que asesora técnicamente a otros productores. «Hace años que aprendimos la lección y ya utilizamos preventivamente fungicidas por lo que pueda pasar. Casi todos contamos con ello como un gasto variable más que hay que asumir».
Por ahora, los tratamientos son efectivos y, según Almacellas, pocas veces se requiere aplicarlo más de dos veces, cuando su coste podría empezar a hacerlo poco rentable. En principio, los químicos existentes deberían ser eficaces, opina Fazil Dusunceli, fitopatólogo de la FAO, la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura que asiste técnicamente en la detección de brotes. También contra las nuevas variedades de roya amarilla —una ya detectada en Italia, Escandinavia y Marruecos— y de roya del tallo (que deja manchas marrones en el mismo a medida que destruye la hoja) de las que alertan los estudios reseñados en Nature.
«Pero hay que estar atentos porque, entre otras cosas, se podrían desarrollar resistencias», advierte el especialista de la FAO. Almacellas recuerda que en España se manejan compuestos químicos diferentes y variados para evitar esas resistencias. «Y por eso hay menos probabilidad de que ocurre que en otros países, como Francia. Por eso, tanto el técnico de la Generalitat, como Pérez y Dusunceli llaman a confiar en las medidas preventivas. «Pero no nos podemos dormir», advierte el gaditano. Hay que estar alerta por si, al final, viene el lobo.
Fuente: El País.