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Operación: preservar los naranjos europeos

El proyecto LIFE Vida for Citrus busca evitar la propagación del dragón amarillo en el continente y cuenta con Sevilla como ciudad pionera para el control en zonas ajardinadas.

 

Una multitud de pequeñas verrugas recorriendo el haz y el envés y una decoloración de la hoja. Estos son los síntomas que evidencian que en un naranjo ha anidado la Psila africana, un insecto vector de la bacteria huanglongbing o dragón amarillo, la peste que ha asolado los cítricos de Florida, California o Brasil. Son los síntomas con los que desde el mes de julio se han familiarizado los 200 técnicos de parques y jardines del Ayuntamiento de Sevilla para poder alertar de su aparición, prevenir su expansión y proteger a los naranjos de la localidad de la posibilidad de padecer esa enfermedad.

La capital andaluza es la ciudad europea con más naranjos amargos en sus calles y jardines. Unos 45.000 bordean las calles adoquinadas de buena parte de su casco antiguo. Su Ayuntamiento forma parte, junto a otros 12 socios de España, Italia, Portugal y Francia, de LIFE Vida for Citrus, un programa europeo de 3,2 millones de euros, cofinanciado por la Comisión y los participantes, que busca proteger a los cítricos de la cuenca mediterránea de la propagación del Dragón Amarillo, mediante el desarrollo y la divulgación de estrategias de control sostenible cuyo objetivo es la detección precoz de cualquier posible infección para hacer de dique de contención a la entrada de la bacteria.

“La cuenca europea está libre de la bacteria, pero en 2014 se detectó la presencia de la Psila africana o Trioza erytreae en la Península Ibérica, uno de los vectores del Dragón amarillo”, explica Francisco Arenas, investigador del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA) de la Junta de Andalucía, otro de los socios involucrados en LIFE Citrus, junto a ASAJA Málaga (Socio Coordinador del proyecto). “Hace cinco años se tuvo constancia de la existencia de ese insecto en Galicia y en este tiempo ha ido bajando por Portugal hasta llegar a Lisboa”, señala. De momento solo hay registro del vector -que también se encuentra en Canarias desde 2004-, pero no de la bacteria, que es la que propaga la enfermedad, para la que no existe cura actualmente y que implica la muerte irreversible del árbol en un período de dos a siete años.

La Psila africana se alimenta de la savia de los cítricos atacando sus brotes y debilitando al árbol. “Por sí sola no constituye una amenaza para la producción citrícola, pero sí lo es su capacidad para transmitir la bacteria Huanglongbing”, indica Arenas. “La bacteria solo puede llegar por plantas infectadas procedentes de países que ya la sufran y una vez aquí se puede multiplicar por injertos o por el insecto vector”, advierte el investigador.

Por eso es tan importante trabajar en la detección precoz del insecto. En Estados de EE UU, como Florida -donde el 100% de sus cítricos se han visto afectados por el Dragón Amarillo- o California, o en países como Brasil -en el que la bacteria ha perjudicado al 80% de su producción-, las medidas que se han puesto en práctica para erradicar al insecto vector son muy agresivas y se apoyan en el uso de productos químicos que suponen un gran impacto medioambiental. Desde LIFE Vida for Citrus se ha optado, sin embargo, por técnicas más sostenibles, entre ellas el control biológico. “Estamos colaborando en un programa que consiste en la suelta de un parásito de Sudáfrica, Tamarixia dryi, que parasita al vector y reduce drásticamente sus poblaciones”, señala Arenas.

Se trata de una técnica pionera que ya se ha empezado a probar en Galicia y Portugal, donde en el último trimestre de este año se liberó ese parásito. “Es un mecanismo natural, que sigue la línea de la ecología sostenible y se incardina con la tradición agrícola mediterránea”, insiste el investigador. En España, Italia, Francia o Portugal el destino mayoritario de los cítricos es el consumo directo, mientras que en Brasil o Florida el producto se dedica a la elaboración de zumos, lo que determina que se decanten por la solución química, ya que sus protocolos de calidad y sostenibilidad no son tan exigentes como los europeos.

El proyecto tiene una rama agrícola, pero también urbana. “La lucha contra la bacteria en California puso el énfasis en controlar el vector en zonas ajardinadas”, indica Pedro Torrent, técnico del Ayuntamiento hispalense y coordinador del proyecto en la capital andaluza. El hecho de que esta localidad sea la que cuenta con la mayor superficie del continente de la variedad del naranjo amargo, y su histórica vinculación con este árbol, hizo de Sevilla el lugar perfecto donde desarrollar la iniciativa para poderla exportar luego a otras capitales y municipios.

“Nuestros jardineros y podadores se han formado en la detección precoz del insecto vector desde julio. Cuando detectan alguna señal lo comunican a los laboratorios de sanidad vegetal de referencia”, indica Torrent. Hasta ahora todas las muestras analizadas han dado negativo, pero este proceso es esencial para mantener la fisonomía de la ciudad. “Se desconoce el nivel de avance de la bacteria, pero se recomienda la eliminación de arbolado en 500 metros, eso supone la devastación para una ciudad”, recalca el técnico municipal.

El proyecto LIFE Vida for Citrus se encuentra todavía en su primera fase, que incide sobre todo en la formación, y se prolongará a lo largo de los próximos cuatro años. Además del desarrollo de distintas líneas de investigación y estudios para la prevención, protección y detección de cualquier síntoma del vector o de la bacteria, para los investigadores es importante la instrucción y divulgación. “Queremos que los agricultores se familiaricen con las técnicas de cultivo sostenibles para reducir el impacto del vector y las vayan asumiendo”, afirma Arenas.

Fuente: El pais.