EL PICUDO NEGRO ESTÁ MATANDO LAS PITERAS VALENCIANAS

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EL PICUDO NEGRO ESTÁ MATANDO LAS PITERAS VALENCIANAS

La plaga es muy similar a la del picudo rojo que también está acabando con las palmeras.

Al igual que ocurre con el picudo rojo, que está matando las palmeras en toda la Comunitat Valenciana y en otras zonas de España, una plaga muy similar, el picudo negro, está acabando con las piteras que existen diseminadas por toda la geografía mediterránea, unas veces plantadas como elementos decorativos de parques y jardines y otras de manera espontánea, puesto que se trata de una especie que enraiza con facilidad, cualquier esqueje o hijuelo sirve para que prenda en el terreno, aunque esté seco, y crezca.

El picudo negro tiene una forma y un comportamiento muy similares al picudo rojo que parasita las palmeras, aunque es más pequeño que éste. Los adultos vuelan de una planta a otra, hacen las puestas sobre las hojas carnosas de la pitera o en las heridas resultantes de haberlas cortado. En rojo hace lo mismo en las palmeras: pone los huevos en las heridas, tras podar, o en el ‘ojo central’ del árbol, donde están las hojas más tiernas de reciente crecimiento.

Cuando eclosionan los huevos, las pequeñas larvas se introducen (de igual forma en ambos casos) en el interior de las plantas huésped y comienzan a alimentarse de su pulpa para desarrollarse. Con tal acción excavan innumerables galerías que son a la postre las que ocasionan la muerte de los ejemplares atacados, que primero muestran un aspecto desmochado, para acabar desmoronándose.

Al llegar las larvas (también las llaman gorgojos) a su pleno desarrollo (tienen el tamaño de casi dos centímetros y un grosor de más de medio) pasan a la fase de pupa o crisálida, de la que saldrá el adulto y volará hasta otra planta huésped, siguiendo su dañino peregrinaje.

La pitera, también llamadas pita, ágave o magüey es originaria de Centroamérica y el Caribe, de donde fue traída por los conquistadores españoles. De ahí que aún sea considerada en España como planta exótica; en cambio cada día son más los naturalistas y botánicos que rechazan tal idea a estas alturas, dado que están entre nosotros cinco siglos.

En México tiene un gran predicamento y además de ser un endemismo existen vastas plantaciones para su explotación industrial, puesto que del ágave o magüey se obtiene una melaza que es utilizada como edulcorante que es el doble de dulce que el azúcar y tiene un uso muy extendido entre los mexicanos. Como populares son el pulque, el mezcla y el tequila, bebidas clásicas de aquel país que, con distintos grados de alcohol, se obtienen por fermentación y destilación del jugo del ágave, particularmente del ágave azul.

Curiosamente, de México llegó también, hace pocos años, la plaga del picudo negro, que se está extendiendo por toda la geografía española, acabando con todas las piteras.

Así como en México hay actuaciones de lucha contra la plaga, porque allí tiene una gran importancia económica y cultural, aquí en España no se está haciendo nada, porque las piteras que hay están más o menos aisladas y existe escaso interés por preservarlas; incluso, como hemos señalado, se las sigue considerando exóticas, extrañas y alóctonas (no autóctonas), por lo que no termina de doler que suceda lo que hoy se ve: que mueran unas tras otras, hasta que desaparecerán seguramente en poco tiempo.

En España no se emplea el jugo dulce del ágave, no hay costumbre; tan sólo ha tenido cierta relevancia esta planta para obtener con sus fibras el conocido hilo de pita o sisal, para fabricar cuerdas y cordeles. Esta actividad todavía permanece en cierto porcentaje minoritario, pero es evidente que hoy prevalecen las fibras sintéticas y que para hilos naturales para sogas se dispone también de otras fibras como cáñamo o yute.

Así que, ante el rápido progreso del picudo negro, habrá que resignarse a ver desaparecer las piteras del paisaje en muchas comarcas valencianas y de otras regiones españolas.

El palmito, amenazado

Por cierto que en lo que respecta a la otra plaga, la del picudo rojo, hay que lanzar la voz de alarma porque, una vez diezmadas en grado sumo las palmeras, el voraz insecto ha empezado a atacar en algunos lugares al palmito, una pequeña palmácea que sí que es autóctona y que está entre las especies protegidas.

El picudo rojo es el que ataca a las palmeras y ahora empieza a meterse con los palmitos, que son plantas autóctonas en muchos hábitats valencianos. Es de un tamaño casi el doble que el negro, que es el que ataca a las piteras, ágaves o magüey (tres nombres para la misma planta). El procedimiento es el mismo: el adulto volador hace sus puestas sobre la planta, cuando eclosionan los huevos se cuelan las larvas dentro y van creciendo y desarrollándose a base de comer de la pulpa de la planta. Las galerías que excavan provocan la muerte del huésped. Se les oye muy bien cuando están en plena faena. Cuando llegan a pleno desarrollo las larvas se convierten en pupas, de las que salen los adultos, que vuelan hasta otras plantas huésped. Y así se las van cargando todas.

Fuente:Las Provincias.